La abundante y calificada información suministrada por la Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes, ENI-2017, nos ha permitido seguir profundizando, analizando y reflexionando sobre diversos temas vinculados a la inmigración. El producto de este proceso constituye un aporte novedoso que no solo sitúa a la República Dominicana entre los países que disponen de información periódica y de alto nivel para la toma de decisiones, sino también —lo más importante— establece una vía para entender y actuar en consonancia con lo que significa el proceso migratorio en el país y el mundo. Dicho de otro modo, la información producida a partir de la ENI-2017 ha consentido adentrarnos en los aportes y retos de la inmigración, la mayoría de los cuales son comunes a todos los países que a nivel mundial son receptores o expulsores de personas, con consecuencias concretas tanto para el país de origen como para el receptor.
Uno de los estudios que complementa el informe general de la ENI-2017 es el que presentamos hoy y que lleva por título Aporte al valor agregado de la población de origen extranjero en la República Dominicana. El mismo reviste una pertinencia muy especial en la medida que los países receptores, muchas veces sobre la base de simples apreciaciones o prejuicios y estereotipos, rechazan la inmigración atribuyéndole, entre otras cosas, la carga que representa en materia de otorgamiento de servicios. Este tipo de asunciones se debe a las pocas ocasiones que la población tiene para acceder a datos y análisis confiables que brinden una idea veraz de lo que representan las personas inmigrantes para la economía del país de acogida.