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UEPA: Unidad Especial de Promoción de Anticonceptivos

Verónica tiene 46 años y reside en el sector de Herrera. Al igual que 48% de las mujeres y 70% de los hombres en la República Dominicana, inició su vida sexual antes de cumplir los 18 años. Nunca le hablaron de planificación familiar. Tampoco sabía cómo funcionaban los métodos anticonceptivos ni mucho menos se atrevía a comprarlos. Antes de cumplir los 18 años ya se había mudado con su pareja y pronto se vio con una bebé en sus brazos. Tuvo que decir adiós a estudiar y a trabajar.

Al igual que Verónica son muchas las mujeres que cada año tienen un embarazo sin planificarlo y a muy temprana edad. El 47.7%de los embarazos ocurridos entre 2008 y 2013 no fueron esperados en el momento en que ocurrieron, aumentando a 50.4% en las mujeres entre 20 y 24 años y a 51.5% en las adolescentes de 14 a 19. Estas cifras se deben a la falta de educación sexual integral y de reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, a las limitaciones en el acceso a métodos anticonceptivos y al uso irregular e incorrecto de los mismos.

Estos factores impiden a las mujeres disfrutar de una salud sexual y reproductiva ideal, la cual supone el conocimiento y la libertad para elegir métodos anticonceptivos seguros, eficaces y asequibles, así como su correcto uso.

“Si me hubiesen preguntado, hasta ahora no me hubiese embarazado o mis hijos estarían tal vez un poquito más pequeños. Porque antes tú sabes que habían muchos tabúes. Si hubiese tenido la información que hay ahora, más los métodos que me están facilitando y que yo le estoy facilitando a los demás, yo no me hubiese embarazado con 18 años”, narra Verónica mientras cuenta las razones que la motivaron en 2015 a convertir su hogar en Casa Clave de dispensación de anticonceptivos.

Dentro de la estrategia de Unidad Especial de Promoción de Anticonceptivos (UEPA), que implementa el Ministerio de Salud Pública (MSP) junto a organizaciones no gubernamentales y con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), las Casas Claves son lugares donde se entrega material educativo e insumos anticonceptivos de manera gratuita a hombres y mujeres de cualquier edad.

Los líderes comunitarios que como Verónica aceptan ser Casa Clave de manera voluntaria, juegan un rol importante en la promoción de los métodos anticonceptivos de su comunidad. Tienen competencias para brindar consejería desde sus hogares, en coordinación con servicios de salud del primer nivel de atención, de manera confidencial y personalizada: “Normalmente las mujeres no quieren que se sepa que se están planificando. Esa es la parte que a mí más me gusta de ser Casa Clave porque vienen donde mí, y yo le facilito el método. Si no lo tengo salgo y lo busco. Le digo dame 5 minutos, siéntate ahí, y voy y lo busco. O sea que, con mucha privacidad. Solo entre ella y yo.”

Verónica tiene un hijo y tres hijas a quienes también brinda orientación. Por miedo a que al igual que ella tuvieran un embarazo no planificado, desde temprana edad los educó sobre sexualidad. Ahora como líder de Casa Clave también les provee métodos anticonceptivos.

"Para mí es un placer ser yo la que esté planificando a mis hijos y educarlos sobre salud sexual y reproductiva a todos por igual. Al varón le doy los condones, le digo cómo usarlo y por qué debe usarlo. A la de 28 años, yo misma le facilito los anticonceptivos y tengo una adolescente que no me gustaría que se embarace a destiempo ni tampoco hasta que no termine de estudiar”.

"Cuando era adolescente no tenía quien me hablara de la planificación...”

Loli es una de las chicas con las que Verónica trabaja como Casa Clave desde hace año y medio, y con la cual ha podido desarrollar una buena relación: “con la Casa Clave hay más confianza porque una se puede hacer amiga, asociarse y venir a charlar aunque no venga a buscar los métodos en ese momento…”.

Tiene 21 años y en vez de estudiar o trabajar se queda en casa cuidando de su bebé que tuvo a los 19 años. Loli también fue madre sin planificarlo, pero en su caso ocurrió por desconocimiento del funcionamiento del método anticonceptivo que usaba.

"Cuando era adolescente no tenía quien me hablara de la planificación... De cómo cuidarse con los condones. Nada de eso. Uno a veces coge orientación de lo que uno escucha en la calle y así es que uno a veces quiere cuidarse. Por eso usé la pastilla porque me dijeron usa esto y yo la fui comprando. Un día me bebía una, un día se me olvidaba, al otro día me bebía dos juntas y a veces pasaban dos días y yo no me la bebía. Era descuidada y salí embarazada sin estarlo esperando”.

En la República Dominicana las adolescentes son las más afectadas por la falta de conocimiento y uso correcto de los métodos anticonceptivos. El país se encuentra entre los 5 primeros con mayor proporción de embarazos en adolescentes de América Latina, con una tasa de fecundidad anual de 90 por cada 1,000 adolescentes de 15 a 19 años -casi duplicando la mundial que es de 51-, y de 151 por cada 1,000 mujeres de 20 a 24 años.

El embarazo en la adolescencia trajo como consecuencia cambios permanentes en la vida de Loli. Hoy en día se sigue planificando mediante el método de las pastillas para no tener otro embarazo, pero ahora lo hace correcta y responsablemente consultando sus dudas y recibiendo seguimiento con Verónica: “los anticonceptivos son una fuente de vida para la mujer porque nos previenen de enfermedades y embarazos no planificados en la vida de uno”.

Una cuestión de salud y derechos fundamentales

El problema del embarazo a destiempo, además de que en el caso de las adolescentes su cuerpo no está preparado para procrear un bebé, es que ata a las mujeres al cuidado de los hijos e hijas y a las labores del hogar, siendo el quedar embarazada la principal razón de deserción escolar entre las mujeres de 15 a 24 años. La planificación familiar permite a las mujeres tener control sobre su salud al poder decidir si se embarazan, en qué momento hacerlo y el espacio entre sus embarazos. Además, cuando las mujeres pueden elegir sobre su maternidad tienen más oportunidades de educación y de inserción laboral dentro de su plan de vida.

El derecho fundamental que tienen las mujeres a recibir educación sexual y al uso voluntario de métodos anticonceptivos es necesario para lograr los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Esto contribuye a la reducción de la pobreza y el hambre, a garantizar la salud y bienestar, a una educación de calidad, a impulsar la igualdad de género, al trabajo decente y crecimiento económico, a la reducción de las desigualdades y a la disminución de la mortalidad materna e infantil.